24 de marzo de 2011

La lágrima con lentes de contacto

La superficie ocular esta cubierta por una película lagrimal, la cual está formada por tres fases. Una fase mucínica que permite al epitelio hidrófobo cubrirse de esta película, una fase acuosa y una fase lipídica. Esta última parte de la película lagrimal juega un papel importantísimo en la estabilidad y estructura de la lágrima. Debido a que es la capa lipídica la que retarda la evaporación de la película lagrimal.







Cuando insertamos una lente de contacto en el ojo, se produce una interrupción de la lágrima, y existe una tendencia a la evaporación lagrimal. Este fenómeno puede provocar síntomas de incomodidad y sensación de sequedad y puede ser responsable de que apróximadamente un 50% de los usuarios de lentes de contacto refieran estos síntomas.

A la hora de adaptar una lente de contacto, es importantísimo no solo valorar el estado de salud de la cornea (comprobar que no hay rotura epitelial, signos inflamatorios, etc), también es importante evaluar la calidad lagrimal.

Medidas como el T-BUT, NIBUT, altura del menisco lagrimal, Schirmer o Rojo Fenol (aunque este último lo han dejado de comercializar en Europa) valoran la estabilidad y el volumen de la película lagrimal.

Tener en cuenta la calidad de la película lagrimal a la hora de elegir una lente de contacto u otra, va a repercutir en el éxito de la adaptación.

El objetivo de este post no es otro más que el de informar que una adaptación de una lente de contacto es una acción laboriosa y que si se realiza con profesionalidad y dedicación, beneficiará al paciente.

Beneficiará al paciente, más de lo que realmente se suele pensar.

Normalmente una persona que se adapta lentes de contacto empieza con un porte de muchas horas y sin síntomas. Con los años, comienza a notar ciertos síntomas de incomodidad y bastantes años después de la primera vez, el paciente usa las lentes de contacto de manera esporádicas debido a su sintomatología.

Una buena adaptación, eligiendo la lente de contacto correcta y un seguimiento frecuente del paciente evitará en gran medida estos hechos que limitan en cierta cuantía la calidad de vida de los usuarios de lentes de contacto.



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